Muchos expositores sienten aversión hacia el micrófono y rechazan el uso de este, incluso existen oradores noveles que hablan con aplomo ante el público y al usar un micrófono su miedo escénico cobra vida.
Por todo esto podemos decir que el micrófono llega a ser un problemas sólo si el orador lo asume así. La actitud que tenga el orador con respecto al micrófono lo proyectará hacia el público y si esta actitud es negativa el auditorio prestará más atención de la debida al binomio orador-micrófono.
Para mejorar nuestra asociación con el micrófono podemos recomendar:
§ Asumir el micrófono como un aliado, que nos ayuda y realiza gran parte de la labor; nos protege la voz y lleva nuestras ideas a los oídos del público.
§ No mencione al público su aversión o escasa experiencia con respecto al micrófono, el auditorio lo tomará a usted como poco profesional. Ejemplo, si usted dice: “ no estoy acostumbrado a estos aparatos”, el público pensará: “eso no es problema mío”
§ Recuerde que el micrófono capta todos los sonidos, así que evite: suspirar, jadear, eructar, toser, tragar saliva o aclarar la garganta frente al micrófono, aleje el aparato para ello.
§ Evite la voracidad microfónica, la cual consiste en colocarse en el aparato demasiado cerca de la boca. Esto trae como consecuencia que consonantes como “P” y “B” den sensaciones de escupidas; además, si sus hábitos de respiración no son entrenados es probable que tenga poco aliento y el público oirá claramente aspiraciones y expulsiones de aire entre sus oraciones.
§ El micrófono estacionario tipo de pie, nos deja en un solo punto y el expositor siente un obstáculo, por lo que oradores pocos expertos en el uso de sus manos se dedican a acariciar o a luchar con el tubo de soporte. Evite este mal hábito.
§ Sea precavido al hablar por el micrófono de mano con cable; tenga cuidado de no enredarse con el cable y no enrolle el cable en sus manos como vaquero que se dispone a lazar alguna bestia.
Yael Jiménez Alvarado
No hay comentarios:
Publicar un comentario